En 2 Samuel 24:1 (NET), dice que Dios «incitó» a David a hacer un censo:
La cólera del Señor volvió a arreciar contra Israel, e incitó a David contra ellos, diciendo: «Ve a contar a Israel y a Judá».
El relato continúa diciendo en 24:10 que
David se sintió culpable después de haber contado el ejército. David le dijo al Señor: «¡He pecado mucho al hacer esto! Ahora, Señor, por favor, quita la culpa de tu siervo, porque he actuado muy neciamente».
Como castigo, el texto dice en 24:15
…el Señor envió una plaga a través de Israel desde la mañana hasta que se cumplió el tiempo señalado. Setenta mil hombres murieron desde Dan hasta Beer Sheba.
La historia termina en el versículo 17, con David diciéndole al Señor
«¡Mira, soy yo quien ha pecado y ha hecho este mal! En cuanto a estas ovejas, ¿qué han hecho? Atacarme a mí y a mi familia».
Entonces, ¿por qué Dios destruyó a 70.000 israelitas en lugar de a la familia de David cuando éste realizó el censo? Como el mismo David dice, fue David quien pecó y no los israelitas, así que ¿por qué fueron castigados?
(Nota del editor: Hay otro relato en 1 Crónicas 21:1)
- Hay una pregunta relacionada «¿Quién incitó a David a hacer un censo y qué tiene de malo hacer un censo de todos modos?» que explica por qué el censo fue pecaminoso, pero no por qué Israel fue castigado por el pecado de David. – > Por James Shewey.
- Hola collen y gracias por su pregunta bien formada. Lamentablemente es un duplicado por lo que he votado con James para cerrar esto. – usuario10231
- En realidad, estoy a favor de dejar esto abierto porque la otra pregunta «explica por qué el censo era pecaminoso, pero no por qué Israel fue castigado por el pecado de David.» por lo que esta parecía una pregunta diferente -aunque no lo parezca en un principio. – > Por James Shewey.
Hay dos razones para esto.
En primer lugar, el censo no se realizó de acuerdo con la Ley, que exigía el pago de un «rescate» por cada persona inscrita.
Éxodo 30:11-16 (Texto masorético – JPS Tanakh)
El SEÑOR habló a Moisés, diciendo: Cuando hagas el censo del pueblo israelita según su inscripción, cada uno pagará al SEÑOR un rescate por sí mismo al ser inscrito, para que ninguna plaga caiga sobre ellos por estar inscritos. Esto es lo que pagará todo el que se inscriba en los registros: medio siclo por el peso del santuario -veinte gerahs por siclo-, medio siclo como ofrenda al SEÑOR. Todo el que esté inscrito en los registros, desde los veinte años de edad en adelante, dará la ofrenda del SEÑOR: el rico no pagará más y el pobre no pagará menos de medio siclo al dar la ofrenda del SEÑOR como expiación por sus personas. Tomarás el dinero de la expiación de los israelitas y lo destinarás al servicio de la Tienda de reunión; servirá a los israelitas como recuerdo ante el SEÑOR, como expiación por vuestras personas.
Además, el pueblo de Israel comparte la responsabilidad, ya que fue él quien insistió en que se instalara un rey sobre ellos en primer lugar, a pesar de que el Señor les advirtió por medio de Samuel que eso les traería la desgracia (1 Samuel 8:6-19).
Gregorio Magno escribió sobre cómo el comportamiento de los gobernantes suele reflejar el corazón de los gobernados, comentando en el contexto de este censo
El carácter de los gobernantes se asigna de tal manera según los méritos de sus súbditos, que con frecuencia los que parecen ser buenos se cambian pronto por la aceptación del poder. Como la Sagrada Escritura observó del mismo Saúl que cambió su corazón con su dignidad. Por lo que está escrito, Cuando eras pequeño a tus ojos, te hice jefe de las tribus de Israel» [1 Samuel 15:17]. La conducta de los gobernantes está tan ordenada con referencia al carácter de sus súbditos, que con frecuencia la conducta incluso de un pastor verdaderamente bueno se vuelve pecaminosa como resultado de la maldad de su rebaño. Pues aquel profeta David, que había sido alabado por el testimonio de Dios mismo, que había sido instruido en los misterios celestiales, hinchándose por la inflamación de un orgullo repentino, pecó al enumerar el pueblo. Y sin embargo, aunque David pecó, el pueblo soportó el castigo. ¿Por qué fue esto? Porque en verdad los corazones de los gobernantes están dispuestos según los méritos de su pueblo. Pero el juez justo reprendió la falta del pecador con el castigo de aquellas mismas personas por cuya cuenta pecó. Pero como no estaba exento de culpa, al mostrar el orgullo de su propia voluntad, él mismo soportó también el castigo de su pecado. Pues esa furiosa ira que golpeó al pueblo en sus cuerpos, postró al gobernante del pueblo por el dolor de su corazón más íntimo. Pero es cierto que los méritos de los gobernantes y del pueblo están tan mutuamente relacionados que con frecuencia la conducta del pueblo empeora por la culpa de sus pastores y la conducta de los pastores cambia según los méritos de su pueblo.
Moral sobre el Libro de Job XXV.16
usuario15733