¿Por qué eligió Dios a María?

Todos los pueblos la llaman beata

María ha sido uno de los nombres más comunes para las mujeres a lo largo de los últimos dos mil años por una buena razón: este es el nombre de la Madre de Dios. Se la ha llamado la portadora de Dios (Theotokos), la Santísima Virgen/Madre, la Mater Dolorosa, la Segunda Eva, la Reina del Cielo, la Madonna (negra), Notre Dame y la Mujer de todos los Tiempos. Su nombre ha sido cantado en los labios de numerosos coros (Ave María), y ha sido representada en el arte más que cualquier otra mujer en la historia.¹ Es un símbolo de esperanza y liberación para muchas naciones. En lo que respecta a la cultura hispana, un distinguido comentarista ha observado que

…la Virgen de Guadalupe simboliza toda la coherencia de México, en cuerpo y alma…. Su imagen… se ha convertido en la bandera no oficial y privada de los mexicanos.²

Escribiendo hacia el 305 d.C., San Metodio la ensalzó diciendo:

Dios te salve por siempre, virgen madre de Dios, nuestra incesante alegría, porque a ti vuelvo de nuevo. Tú eres el principio de nuestra fiesta; tú eres su medio y su fin; la perla de gran precio que pertenece al reino; la grasa de toda víctima, el altar vivo del pan de vida. Salve, tesoro del amor de Dios. Salve, fuente del amor del Hijo por el hombre. Salve, monte de sombra del Espíritu Santo. Brillaste, dulce madre dadora de dones, con la luz del sol; brillaste con los fuegos insoportables de una caridad fervorosísima, dando a luz al final lo que fue concebido por ti antes del principio, manifestando el misterio oculto e indecible, el Hijo invisible del Padre, el Príncipe de la Paz, que de manera maravillosa se mostró como menor que toda pequeñez. Por lo tanto, te rogamos, la más excelente entre las mujeres, que te jactas de la confianza de tus honores maternos, que nos guardes incesantemente en tu memoria. Oh santa madre de Dios, acuérdate de nosotros, digo, que nos gloriamos en ti, y que en himnos augustos celebramos la memoria, que siempre vivirá y nunca se desvanecerá.³

Reyes y reinas han buscado en ella consuelo y guía. María representa «el vínculo inquebrantable entre la historia judía y la cristiana, entre la Primera Alianza dentro de en la que nació y la Segunda Alianza a que dio a luz».⁴ Todas las generaciones la han llamado bienaventurada.⁵

¿Qué hace a María tan especial?

Lucas señala en su Evangelio que San José era de la casa de David.⁶ Pero los teólogos y eruditos han especulado a lo largo de los siglos por qué esto era importante para la narración, ya que Jesús fue concebido sin la descendencia de José. Se está de acuerdo en que es importante que Jesús tenga este linaje para cumplir la profecía como el Mesías judío (Cristo), pero ¿es esto lo que «cuenta» si el linaje se cuenta a través del padre humano, cuando los judíos generalmente consideran que la fe judía es matrilineal y José no participó en la concepción? Esto llevó a algunos de los primeros Padres y eruditos a proponer que María es también de la casa y el linaje de David.⁷

Los primeros Padres de la Iglesia también vieron a María predicha en el Antiguo Testamento, especialmente en la mujer del Cantar de los Cantares (de donde procede el título de «Virgen Negra») y en la mujer de la virtud/valor del libro de los Proverbios.⁸ San Jerónimo incluso vio en el Cantar de los Cantares 4:12-13 como prueba de la virginidad perpetua de María:

Lo que está encerrado y sellado nos recuerda a la madre de nuestro Señor, que era madre y virgen. De ahí que nadie antes ni después de nuestro Salvador fuera depositado en su nueva tumba, excavada en la roca sólida. Y, sin embargo, la que siempre fue Virgen es la madre de muchas vírgenes.⁹

Pero, ¿por qué fue elegida? Pío IX decretó sobre la Santísima Virgen María (y fue parcialmente citado antes),

Todos saben con cuánta diligencia esta doctrina de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios ha sido transmitida, propuesta y defendida por las más destacadas órdenes religiosas, por las más célebres academias teológicas y por eminentísimos doctores en las ciencias de la teología. Todos saben, asimismo, el afán de los obispos por profesar abierta y públicamente, incluso en las asambleas eclesiásticas, que María, la santísima Madre de Dios, en virtud de los méritos previstos de Cristo, nuestro Señor y Redentor, nunca estuvo sujeta al pecado original, sino que fue preservada por completo de la mancha original, y por ello fue redimida de un modo más sublime.¹⁰

En pocas palabras, Dios encontró favor con ella y la bendijo por su gracia.

Otras especulaciones

Para seguir especulando, también podemos mirar a sus padres, Joaquín y Ana. Los primeros teólogos y estudiosos han especulado que María nació de Joaquín y Ana como resultado de sus fervientes oraciones en su vejez.¹¹

Los cristianos católicos siguen pronunciando estas palabras en la liturgia de la Natividad de María:

Tu nacimiento, oh Virgen, ha proclamado la alegría a todo el universo. El Sol de la Justicia, Cristo nuestro Dios, ha brillado desde ti, oh Theotokos. Anulando la maldición, nos ha concedido una bendición. Al destruir la muerte, nos ha concedido la vida eterna. (Troparion)

Por tu nacimiento, oh virgen purísima, Joaquín y Ana han sido liberados de la esterilidad; Adán y Eva de la corrupción de la muerte. Y nosotros, tu pueblo, liberados de la culpa del pecado, te celebramos y cantamos: La mujer estéril da a luz a la Theotokos, nutridora de nuestra vida. (Kontakion)

La Iglesia católica ha enseñado históricamente que María fue presentada en el templo y había hecho voto de virginidad (que es la razón de su protesta al ángel en Lucas 1:34).

Así como Joaquín pertenecía a la familia real de David, se supone que Ana era descendiente de la familia sacerdotal de Aarón; por lo tanto, Cristo, el Rey y Sacerdote Eterno, surgió tanto de una familia real como sacerdotal.¹²

Conclusión

Desde una perspectiva católica, si Dios eligió preservar a María del pecado original antes de su nacimiento, ¿a qué podemos apuntar en su vida como razón para elegirla? Según el Papa Pío IX, «en virtud de los méritos previstos de Cristo, nuestro Señor y Redentor». Esta es realmente la respuesta dada por la Iglesia Católica Romana.

¹ _{Jaroslav Pelikan. María a través de los siglos: Su lugar en la historia de la cultura. (New Haven, CT: Yale University Press, 1998), 2.}

² _{Richard Rodríguez. Días de obligación: An Argument With My Mexican Father. (Nueva York: Penguin Books, 1993), 16-20.}

³ _{Metodio, «Oración sobre Simeón y Ana el día que se encontraron en el Templo», XIV, traducido por William R. Clark. En Padres Ante-Nicenos, Vol. 6. Editado por Alexander Roberts, James Donaldson y A. Cleveland Coxe. (Buffalo, NY: Christian Literature Publishing Co., 1886) Revisado y editado para New Advent por Kevin Knight. Disponible en New Advent.}

_{También cf. Philip Schaff. Ante-Nicene Fathers, Vol. 6: Fathers of the Third Century: Gregorio Taumaturgo, Dionisio el Grande, Julio Africano, Anatolio y escritores menores, Metodio, Arn. (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1885), XIV, 393. Disponible públicamente en CCEL.}

⁴ _{Pelikan, 25.}

⁵ _{cf. Lucas 1:48donde María canta: «Ciertamente, desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada». Algunos manuscritos de Lucas 1:28 también registran al ángel Gabriel diciendo: «Bendita eres entre las mujeres», además de señalar que ella es «favorecida» por Dios y que Dios está con ella.}

⁶ _{cf. Lucas 1:27.}

⁷ _{Pelikan, 24-25. En concreto, cf. San Agustín y, más adelante en la historia, Anio de Viterbo, quienes hicieron propuestas similares sobre el linaje de Heli/Joachim/Eliachim.}

⁸ _{Ibídem, 25. cf. Cantar de los Cantares 1:5que en la Vulgata latina se traduce como «Nigra sum sed formosa».Nigra sum sed formosa(«Soy negro pero pero atractiva»). Curiosamente, el texto hebreo dice en realidad que es «negra y hermosa» (no sino), lo que también se indica en la Septuaginta («Μέλαινά εἰμι καὶ καλή»). Esto ha convertido a María en un poderoso símbolo para muchas culturas no blancas, especialmente la hispana.}

_{También cf. Proverbios 31:10que en la Vulgata latina se leeMulierem fortem quis inveniet?(«La mujer de valor, ¿quién la encontrará?»).}

⁹ _{Jerónimo. Contra Joviniano (Libro I).
Traducido por W.H. Fremantle, G. Lewis y W.G. Martley. De Nicene and Post-Nicene Fathers, Second Series, Vol. 6. Editado por Philip Schaff y Henry Wace. (Buffalo, NY: Christian Literature Publishing Co., 1893.) Revisado y editado para Nuevo Adviento por Kevin Knight, 31. Disponible en New Advent.}

¹⁰ _{Constitución Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854, en la sección titulada «Testimonios del mundo católico». Disponible en New Advent.}

¹¹ _{Específicamente San Juan Damasceno, San Gregorio de Nisa, San Germano de Constantinopla y San Fulberto de Chartres. «El [apócrifo] Protoevangelio [de Santiago] da el siguiente relato: En Nazaret vivía una pareja rica y piadosa, Joaquín y Ana. No tenían hijos. Cuando un día de fiesta Joaquín se presentó a ofrecer sacrificios en el templo, fue rechazado por un tal Rubén, con el pretexto de que los hombres sin descendencia eran indignos de ser admitidos. Entonces Joaquín, abatido por el dolor, no regresó a su casa, sino que se fue a las montañas para hacer su reclamo a Dios en soledad. También Ana, al enterarse de la razón de la prolongada ausencia de su esposo, clamó al Señor para que le quitara la maldición de la esterilidad, prometiendo dedicar a su hijo al servicio de Dios. Sus oraciones fueron escuchadas; un ángel se acercó a Ana y le dijo «Ana, el Señor ha mirado tus lágrimas; concebirás y darás a luz y el fruto de tu vientre será bendecido por todo el mundo». El ángel hizo la misma promesa a Joaquín, que volvió con su mujer. Ana dio a luz una hija a la que llamó Miriam (María)». Artículo del Nuevo Adviento sobre Ana/Hannah. Un lector avispado no puede dejar de ver la similitud con el relato bíblico del nacimiento de Samuel.}

¹² _{cf. Aug, Consens. Evang., l. II, c. 2}

Simplemente, porque encontró el favor de Dios –

Lucas 1:30

30 Pero el ángel le dijo: «No temas, María; has encontrado el favor de Dios.

Ahora, ¿qué hizo ella? No sabemos si Dios la eligió ante previsa merita o post previsa meritapero también sabemos que Dios no hace acepción de personas.

¿Por qué eligió a Abraham? Porque quiso.

¿Por qué eligió a Moisés? Porque quiso.

¿Por qué eligió a David? Porque quiso.

Simplemente sabemos que en el momento oportuno Dios quiso elegir a María. ¿Y por qué?

Sencillamente, Dios lo sabe.

«Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos», declara el Señor. 9 «Como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. 10 Como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven sin regar la tierra y hacerla brotar y florecer, para que produzca semilla para el sembrador y pan para el que come, 11 así es mi palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que realizará lo que yo quiero y logrará el propósito para el que la envié.

Ahora bien, lógicamente, para que el Cristo hubiera nacido de una mujer, Dios habría tenido que elegir a mujer. Sabemos por otras Escrituras que… «Jehová no ve como el hombre: el hombre mira la apariencia exterior, pero Jehová mira el corazón». (1 Sam 16:7). Además, se nos dice en Crónicas que

los ojos de Jehová recorren toda la tierra, para mostrarse fuerte en favor de aquellos cuyo corazón es perfecto para con él. (2 Crón 16:9)

De esto podemos deducir:

1. María no era grande en sí misma.

2. Su corazón era perfecto para con Dios.

De la misma manera que David -aunque era un asesino y adúltero era como dice 1 Reyes 11:4 «perfecto para con él». Los católicos creen en la Inmaculada Concepción, lo que significa que María fue seleccionada «antes del comienzo del mundo» para ser este recipiente. Como esto ocurrió «antes» de que María fuera, la posición lógica es que María fue elegida ante previsa merita es decir, antes de que Dios «supiera» lo que era María. (Nota: Esto no puede excluir necesariamente el «conocimiento previo de Dios de lo que María habría sido, y por lo tanto no puede excluir una selección post previsa merita, pero el entendimiento tradicional estaría implícito).

El Papa Pío se hace eco de esto en Ineffablis Deus (Dios Inexpresable)

Desde el principio, y antes de que comenzara el tiempo, el Padre eterno eligió y preparó para su Hijo unigénito una Madre en la que el Hijo de Dios se encarnaría y de la que, en la bendita plenitud de los tiempos, nacería en este mundo. Dios la amó de tal manera sobre todas las criaturas, que verdaderamente en ella se complació el Padre con singular deleite.

Como tal, Dios eligió a María, y al quitarle el pecado, la hizo capaz de «caminar dignamente de la vocación a la que [fue] llamada» (Ef. 4:1.) Que esto fue realmente un «don» es el punto del documento anterior.

Bueno, el Salvador tenía que cumplir la profecía, que incluía ser un descendiente del linaje de David, y María estaba en la línea (Lucas 3:32-33, comparar con Jeremías 23:5-6). Así que tanto ella como José tenían que ser judíos, lo que reducía su origen étnico.

Además, Él tenía que estar en la tierra durante el año predicho, así que ella tenía que estar viva durante ese año [Profecía: Daniel 9:24-26 (49 + 434 años), Nehemías 2:1-8 (445 a.C.) Cumplimiento: Jesús vivo en el 30 d.C.)]. Eso redujo de nuevo las posibilidades de quién podía llevar al Niño Jesús.

Tenía que ser de Belén, para que cuando llegara el momento de la imposición, volviera y tuviera al niño allí, cumpliendo de nuevo la profecía (Mateo 1:6).

Belén era una ciudad muy pequeña, por lo que se reducía considerablemente el número de mujeres jóvenes disponibles que Dios podía elegir. Lee el Magnificat en Lucas 1:46-55 y verás a una mujer muy versada en las Escrituras (y humildemente obediente al plan del Señor), por lo que sería una persona maravillosa a la que confiar un Niño tan precioso.

Habría miles de mujeres en Nazaret y en todo Israel; y de entre ellas, Dios eligió a nuestra Santísima Virgen María para ser la madre de Cristo. Pero por qué Dios Todopoderoso eligió a María para ser la madre de Cristo, de entre las muchas mujeres de todo Israel y, de hecho, del mundo; tendríamos que ser Dios mismo para poder responder a esa pregunta, porque es la mente de Dios la que estamos tratando de entender. Sin embargo, podemos echar un vistazo a la mente de Dios en la Biblia, donde nos ha revelado muchos de sus secretos.

Según el plan de salvación de Dios:

Cuando vemos que Dios es omnisciente y todopoderoso, tenemos una visión de lo que estaba sucediendo en el esquema de salvación de Dios.

1 Pedro 1:20 Fue conocido antes de la fundación del mundo, pero se manifestó en estos últimos tiempos por amor a vosotros.

Aquí la Biblia nos dice que Dios planeó la salvación de la humanidad mucho antes de la fundación del mundo. En ese caso Dios debe haber planeado con mucha antelación, cada hito de ese plan de salvación y eso incluye a la Virgen.

Dios planeó que Cristo naciera en el mundo por medio de una mujer; de la misma manera que nacieron todos los seres humanos. Él es Dios y es muy posible enviar a Cristo al mundo sin el proceso de nacer por una mujer, pero ese no era el plan de Dios y Él había revelado este plan a través de los profetas en las escrituras.

Dios prefiere a los humildes y a los humillados: A lo largo de la Biblia encontramos que hay una narrativa y teología general de la opción preferencial de Dios por los últimos, los más pequeños y los perdidos. En el Génesis, las historias de Abraham (un nómada errante… un don nadie), de Isaac (el segundo nacido de Abraham), de Jacob (el segundo nacido de Isaac) y de José (el undécimo de los hijos de Jacob) revelan un patrón que habría sido bastante inusual: normalmente era el hijo mayor el que recibía la porción principal de la herencia, pero en estas historias los «más pequeños» se convierten en los más grandes. El Antiguo Testamento presenta una opción preferente para los más pequeños.

Por eso, Dios elige actuar a través de una de las personas más humildes que se puedan imaginar… una campesina soltera de un pueblito fuera del mapa en una provincia que el imperio más poderoso del mundo miraba con gran desprecio. Para subrayar aún más este tema, Jesús nació en un establo y fue consentido por pastores y extranjeros. Todos estos acontecimientos nos ayudan a vislumbrar la mente de Dios y la posible razón por la que eligió a María para dar a luz a Jesús.

Dios es santo: Dios mismo es santo, y sólo se necesitaría un recipiente santo para dar a luz a Cristo y ese recipiente santo debe ser una virgen; pero la pregunta puede surgir de todo Israel: ¿fue María la única virgen?, La respuesta sería un no pero María fue elegida no sólo por su virginidad sino porque poseía el más puro de los corazones, y ese era el ingrediente esencial que Dios necesitaba de ella para ser la madre de Cristo. Un corazón puro como el de entonces requería oraciones constantes directamente a Dios desde el corazón y María era la única virgen en Israel y de hecho en el mundo que poseía el más puro de los corazones y era virgen.

Previendo todas estas cualidades, María fue ordenada para su papel, incluso antes de su propio nacimiento. Dios decidió que la elegiría incluso antes de que naciera. Por eso es la Inmaculada Concepción. Todo era un plan de Dios que iba tomando forma. Dios liberó a María del pecado original en el momento de su propia concepción, preparándola para su papel de madre de Cristo.

Citando el documento Lumen Gentium del Vaticano II

«los santos Padres ven [a María] como utilizada por Dios no de forma meramente pasiva, sino como cooperando libremente en la obra de la salvación humana mediante la fe y la obediencia».

Virtudes de María: María era libre de rechazar este papel, pero creció perfectamente como Dios lo había planeado. María era una joven sencilla y sin gran talento. No era rica ni famosa. Sin embargo, desarrolló las cualidades que Dios buscaba para dar a luz a su Hijo: Valor, voluntad, amor a Dios y pureza. María fue una mujer valiente que no se arredró ante esta monumental tarea. Así lo dijo con valentía:

Lucas 1:38 Entonces María dijo: «Sí, soy una sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra». Entonces el ángel se alejó de ella.

Ella fue un increíble modelo de conducta entonces y ahora. María demostró una completa feminidad en su respuesta al ángel Gabriel. Se entregó completamente a la voluntad de Dios. Tenía mucho que perder potencialmente -su marido, su reputación, e incluso su vida- y sin embargo confió en la providencia de Dios. Era conocedora de su propia religión y se entregó libremente a la voluntad de Dios. María comprendió las profecías judías que anunciaban al Mesías.

Dios eligió a María para que fuera la madre de Cristo; la razón es que Dios sigue siendo Dios mismo y, al igual que cuando creó al hombre en el Génesis, tiene la razón del misterio y del porqué tiene que ser así.

La voluntad de Dios para María

Un día se presenta el ángel Gabriel y dice en efecto, María, Dios tiene un plan fantástico. Va a venir a la tierra para que la gente conozca cómo es Dios. Va a utilizar tu cuerpo para entrar en la familia humana. Vas a ser la madre de Jesucristo. Muchas chicas habrían respondido: ¿No puedes conseguir a otra persona? Ya tengo mis planes y todo esto no encaja. Tengo que pensar en lo que es mejor para mí. En cambio, María respondió ¡He aquí la sierva del Señor! Hágase en mí según tu palabra. María estaba dispuesta a hacer lo que Dios quería que hiciera.

Hay tres cosas en María que revelan que deseaba fervientemente conocer y hacer la voluntad de Dios.

1. Era sensible a descubrir lo que Dios quería que hiciera. En Lucas2:19 leemos: «María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón». Siempre que había un mensaje claro de Dios, María preguntaba: «¿Qué está diciendo Dios y cómo se aplica a mí?». Los mensajes claros de Dios los recibimos de las Escrituras. Todos los días deberíamos tener un tiempo privado para leer la palabra de Dios y preguntar: «¿Qué dice Dios y cómo se aplica a mí?». Si somos verdaderamente sensibles a conocer la voluntad de Dios, Él nos la mostrará.

2. Ella estaba alegre y entusiasmada por hacer la voluntad de Dios. Lucas 1:46,47, «Y mi espíritu se ha alegrado en Dios mi Salvador». María no era como algunos que dicen: «Bueno, sé que Dios quiere que haga tal o cual cosa.Eso no es lo que yo quería hacer, pero supongo que tendré que aguantar». María estaba alegre y entusiasmada por hacer la voluntad de Dios.

3. Fue humilde y se rindió. «He aquí la sierva del Señor». Lucas 1:38. «…Porque ha considerado la condición humilde de su sierva…». Lucas 1:48 Ella no pensó: «¡Seguro que Dios tiene suerte de conseguirme! Con mis habilidades voy a hacer muchas cosas grandes para Él». Estaba agradecida de que Dios estuviera dispuesto a utilizarla. María deseaba hacer la voluntad de Dios.

Intentaré dar una respuesta desde una perspectiva católica, en la medida en que la entiendo (que es, ciertamente, sólo una parte). En algunos aspectos, la situación de María es similar a la nuestra: Necesitamos alguna gracia de Dios para poder hacer algo que le agrade. Una vez que Dios nos ha concedido esta gracia, tenemos que cooperar con ella, y el grado de nuestra cooperación puede influir en la decisión de Dios sobre qué gracias adicionales nos va a conceder. En el caso de María, la gracia inicial fue enorme -exención del pecado original más una tremenda cantidad de gracia real-, pero luego dependió de María, y ella cooperó plenamente con esas gracias, amando a Dios más que cualquier otra simple criatura.

Dios, desde toda la eternidad, había elegido a María para ser la madre de su Hijo, y le proporcionó las gracias necesarias para que fuera un lugar adecuado para que Jesús entrara en nuestro mundo mediante su encarnación. Pero María seguía teniendo libre albedrío y podía haber elegido rechazar la gracia y cometer pecado; su total cooperación con toda gracia y su total amor a Dios dieron como resultado su actual gloria celestial.

Dios Padre preparó a una María, y efectivamente se encontró en el favor de Dios como una joven virtuosa. María fue predestinada por Su designio. Así como Dios preparó un pueblo judío, por Su diseño. El pueblo judío, siendo la combinación de un linaje de descendientes así como un pueblo religioso, existía por lo que era con el propósito de preparar, en el momento apropiado, la llegada de Jesús, quien vendría en respuesta al pecado de Adán y Eva y salvaría a la humanidad de una muerte eterna segura.

Recuerde que Dios es eterno, y la historia general es su diseño. Incluso el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal fue un montaje total, por Su diseño, para que Él pudiera pintar un cuadro, como el argumento de una película, de la humanidad eligiendo voluntariamente pecar, descubriendo de la fruta la esencia del conocimiento de la moralidad, y posteriormente necesitando un salvador en el que la humanidad pudiera elegir voluntariamente creer, o no creer. Jesús es ese salvador, y vino en un momento y lugar predeterminados. Vino del vientre de María porque así lo diseñó Dios.

Tengo esta imagen del Arcángel Gabriel vagando por las calles de Galilea, buscando a alguien lo suficientemente bueno para merecer llevar a Dios en persona, murmurando al no encontrar a nadie lo suficientemente bueno, hasta que llega a un pequeño callejón en el extremo sucio de Nazaret y encuentra a una joven perfecta y santa, adecuada para esta gran tarea…

Esta imagen, por muy romántica que sea, es totalmente inexacta. La Encarnación no fue una decisión improvisada.

No, María es la cumbre, el cenit y la cima de la creación. Ella es el ser perfecto hecho desde el principio de su vida por la gracia de Dios con el fin de llevar a su Hijo. Como escribió Pío IX en Ineffabilis Deus:

Desde el principio, y antes de que comenzara el tiempo, el Padre eterno eligió y preparó para su Hijo unigénito una Madre en la que el Hijo de Dios se encarnaría y de la que, en la bendita plenitud de los tiempos, nacería en este mundo.

Ella está predicha en las Escrituras hebreas, donde se la celebra

como la paloma inmaculada, como la santa Jerusalén, como el exaltado trono de Dios, como el arca y la casa de santidad que la Sabiduría Eterna construyó, y como aquella Reina que, abundando en delicias y apoyada en su Amado, salió de la boca del Altísimo, enteramente perfecta, hermosa, carísima para Dios y nunca manchada con la menor mancha

Dios formó a su pueblo elegido, que habitaba en su tierra elegida, para tener entre ellos a su Hijo. Y de entre ellos, y en primer lugar, formó a María. La formó no porque tuviera que hacerlo. Dios podría, si lo hubiera querido, haberse encarnado en una pecadora, y sin embargo eligió modelar a María:

Era muy conveniente que, así como el Unigénito tiene un Padre en el cielo, al que los Serafines ensalzan como tres veces santo, tuviera una Madre en la tierra que nunca dejara de tener el esplendor de la santidad.

Lo hizo para que ella pudiera «dar el libre asentimiento de su fe al anuncio de su vocación»^{(Cat. §490)} y se entregue «enteramente a la persona y a la obra de su Hijo».^{(Cat. §494)}

Así pues, Dios eligió a María antes de la creación del mundo, y la formó para que fuera santa, perfectamente sin pecado en cada momento de su vida, por causa de la Encarnación. La hizo madre idónea para su Hijo, redimida por la anticipación de sus obras. Su elección no se debió a que fuera especialmente idónea: lo fue porque Dios la eligió para serlo, «por una gracia y un privilegio singulares… conservada libre de toda mancha de pecado original».

Y por este especial y abrumador acto de gracia de Dios, podemos hablar con Pío IX y con los Padres de la Iglesia y decir:

Exceptuando a Dios, María es más excelente que todos, y por naturaleza bella y hermosa, y más santa que los Querubines y Serafines. Para alabarla no bastan todas las lenguas del cielo y de la tierra.

¿Por qué, oh Dios, has elegido a María?
     Una mujer que podría parecer ordinaria.

Salvada al nacer del pecado original
     Inmaculada concepción, el milagro interior

Virgen, que concibió más allá de la naturaleza
     Y dio a luz y madre a Cristo nuestro Salvador

La santidad que posee
     Todas las generaciones hacen la llaman bienaventurada

Al morir no fue sepultada
     Sino que en cuerpo y alma fue llevada al cielo

Dios te salve, María, oh Madre de Dios
     Escucha nuestras oraciones, tanto las estrechas como las amplias

Perpetuamente en la virginidad
     Inclinando el oído de la Trinidad

Tú eres la causa de nuestra gran alegría
     Porque nos trajiste a Cristo, a Jesús el niño

Veo, oh Dios, por qué eliges a María
     La mujer que has hecho extraordinaria.