Ezequiel 16:4 – ¿Por qué se frotaban los bebés con sal?

Soldarnal preguntó.

En una extensa metáfora, el profeta Ezequiel compara a Jerusalén con un bebé abandonado:

El día que naciste no te cortaron el cordón umbilical, ni te lavaron con agua para limpiarte ni se te frotó con sal ni se te envolvió en paños.

Ezequiel 16:4 NVI (el énfasis es mío)

¿Cuál era el propósito de frotar a un recién nacido con sal? ¿Era una práctica común en el ANE? Y si es así, ¿es meramente médica, o tiene algún significado espiritual o de otro tipo (como, por ejemplo, la circuncisión)?

Comentarios

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  • La sal era un conocido antibacteriano en uso en la época, por lo que tiene cierto sentido como una especie primitiva de «lavado antibacteriano» para los recién nacidos. –  > Por Sola Gratia.
1 respuestas
Dɑvïd

La práctica no se entiende bien, aunque desde hace tiempo se afirma que forma parte de la cultura indígena desde tiempos inmemoriales (bueno, desde la época de Ezequiel,1 ) hasta nuestros días.

Desde la antigüedad, los testimonios de Galeno se cita a menudo (véase, por ejemplo, Keil más abajo). Aparece en su De sanitate tuendaa menudo conocido en inglés como «La higiene de Galeno Higiene de Galeno«. El pasaje correspondiente se encuentra en Bk. V. 4,2. Forcada (véase más adelante) ofrece esta traducción de H.E. Sigerist:2

El recién nacido, entonces, libre de defectos en toda su constitución, debe primero ser empolvado moderadamente [con sal]a y envolverlo en pañales, para que su piel sea más gruesa y firme que las partes interiores. Porque durante el embarazo todo era igualmente blando, ya que nada de naturaleza más dura lo tocaba desde fuera, y ningún aire frío entraba en contacto con él, por lo que la piel se contraía y engrosaba, y se volvía más dura y densa que antes y que las demás partes del cuerpo. Pero cuando el bebé nace, necesariamente va a entrar en contacto con el frío y el calor y con muchos cuerpos más duros que él. Por lo tanto, es conveniente que su envoltura natural sea la mejor preparada por nosotros para la exposición.

a. συμμέτροις ἁλσὶν περιπατόμενον = summetrois halsin peripattomenon

RashiEl comentario de Rashi sobre Ezequiel 16:4 muestra este entendimiento, y parece implicar que es una costumbre corriente en su propia época (siglo XII en Francia):

De aquí se deriva que salamos al recién nacido para que su carne se endurezca.

El comentario de C.F. Keil del siglo XIX se hace eco de Rashi y añade una dimensión etnográfica:3

Después del lavado, se frotaba el cuerpo con sal, según una costumbre muy extendida en la antigüedad, y que todavía se encuentra aquí y allá en Oriente (vid. Hieron. ad h. l. Galeno, de Sanit. i. 7; Troilo Reisebeschr. p. 721); y eso no sólo con el propósito de hacer la piel más seca y firme, o de limpiarla más a fondo, sino probablemente por una consideración de la virtud de la sal como protección contra la putrefacción, «para expresar de manera simbólica una esperanza y un deseo de la salud vigorosa del niño» (Hitzig y Hävernick).

El magistral comentario de Daniel Block sobre Ezequiel amplía las posibles razones de esta práctica:4

  1. higiene, incluyendo la limpieza y el fortalecimiento de la piel del bebé;
  2. una función espiritual, para alejar a los espíritus malignos («apotropaica»); y
  3. una función higiénica diferente, que tiene que ver con la prevención de la degradación del «pañal» del bebé.

La noción de Rashi, compartida con Galeno, sigue siendo visible en el número 1.

Más recientemente, esto es ensayado por Jennie R. Ebeling, Women’s Lives in Biblical Times (T & T Clark, 2010), p. 103quien añade una referencia a la bibliografía especializada. A ello podría añadirse un estudio más antiguo y otro más reciente:

El estudio de Forcada ofrece el más completo y cuidadoso estudio histórico de la práctica que conozco. Todo ello sugiere una imagen bastante consistente de una práctica muy dispersa y mal comprendida, pero que persiste en cualquier caso.


Apéndice lingüístico : esta práctica forma parte de una lista de cuidados a los recién nacidos que este abandonado expósito no no recibió. La formulación hebrea es וְהָמְלֵחַ לֹא הֻמְלַחַתְּ wəhomlēaḥ lōʾ humlaḥat = «no fuisteis salados», una construcción de «infinitivo absoluto + forma finita»,5 el verbo denominativo basado en el sustantivo מֶ֫לַח melaḥ «sal».

Los léxicos no son de mucha ayuda en este caso. El venerable Brown-Driver-Briggsp. 572a se limita a informar de esta ocurrencia (única) (¡la entrada destaca por incluir una rara errata en la palabra clave!); Jastrow’s Dictionary of the Targumim, the Talmud Babli and Yerushalmi, and the Midrashic Literatureen p. 788a-b relaciona el término exclusivamente con el tratamiento de la carne (y las pieles) y el pescado crudos, sin ningún bebé a la vista. POR CIERTO.


Notas

  1. Los oráculos de Ezequiel datan de 593-571 a.C.
  2. M. Forcada, «Salazón de bebés: Innovación y tradición en los procedimientos premodernos de atención neonatal«, Suhayl 11 (2012): 157.
  3. C.F. Keil, Comentario bíblico sobre las profecías de Ezequiel (T & T Clark, 1876; original alemán 1868), p. 197.
  4. D.I. Block, Ezequiel 1-24 (Eerdmans, 1997), p. 475.
  5. Esto recibe una explicación bastante completa en un Q&A anterior sobre el uso de esta construcción en Génesis 2:16.